Dice un sabio proverbio, que el jabón es al cuerpo lo que las lágrimas al alma; unas lágrimas que nuestra ciudad necesita. Por ello es labor y deber purificar el alma de esta santa capital, renacer su espíritu y ensalzar toda su belleza, engrandecer a sus gentes y conceder a este idílico lugar la esperanza e ilusión que se merece para poder enorgullecerse como buen ciudadano y hacer de la cultura un camino de vida.
"Despreciar el espíritu es como despreciar el néctar de las cosas"
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